martes, 20 de abril de 2010

El volcán

Se dió una oportunidad a la democracia directa. Que sucediera a nivel europeo es un hito para esos principios de siglo en los que ocurrió. Qué hacemos con el volcán, era la pregunta. Fue un ejemplo de unidad, de espíritu democrático más cuando la opción vencedora fue claramente vencedora. Ochenta y dos por ciento. 82%. Ochenta y dos. Lástima que se hallan perdido los censos de entonces y no sepamos el número exacto de población, las cápitas, para que nos entendamos, que se pronunciaron. Pero, cuando se reunieron para tomar medidas, no parecía haber una solución clara.

Lo que sucedió es que tenían las ventanas abiertas y escucharon de entre el rugir popular que se concentraba en apoyo una consigna que había empezado, como tantas veces pasa en la ilustración, de unos que dijeron, otros que les pareció bien y muchos que los siguieron. Esto lo paramos entre todos. Y allá se fueron, a la vera del volcán. El plan era taparlo. Y como las crisis se superan con el esfuerzo y sacrificio de todos, todos los dagnificados, todos los que sentían la profunda convicción de su derecho a decidir, se dirigieron a la grieta y a ella saltaron para hacer valer el peso de la democracia.